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viernes, 12 de octubre de 2007

LE HABRÍA GUSTADO SER ZURDO

Ser zurdo y futbolista es como llevar un cheque al portador en la punta de la bota. Hay pocos y a los buenos les acompaña un talento especial. Suelen ser jugadores díscolos, libres y brillantes, poco amigos de la disciplina, siempre esperando un momento genial. No es que Vaughan sea Maradona, pero lo cierto es que la pequeña pierna izquierda del galés se va a echar de menos hoy en Soria. Prieto trasladará su talento a la otra orilla del campo, pero no es zurdo y eso significa algo.En el Mundial de México en 1970, Brasil se iba deshaciendo de rivales sin ninguna dificultad. Entre partido y partido, los cariocas holgazaneaban en su hotel de Guadalajara. Para qué iba a entrenarse aquel equipo. En una de esas tardes calurosas, varios jugadores descansaban en la piscina cuando apareció Pelé. Gerson, Tostao y los demás se miraron entre sí preguntándose qué le podían a decir a ése (insulto cariñoso) si todo lo hacía bien. Y entonces saltó Rivelino. Miró a los ojos a Pelé, que estaba en la cumbre de su carrera, y le espetó: «Dime la verdad, te habría gustado ser zurdo, ¿no?».Y eso se lo dijo a Pelé, que acababa de marcar 'el gol de Pelé', ese disparo desde el centro del campo ante Checoslovaquia que no entró, pero es su gol más famoso. A Pelé, que unos días más tarde levantaría en el estadio Azteca del DF la Copa Jules Rimet, que Brasil se quedaba en propiedad, tras destrozar a Italia en la final con esa delantera inolvidable con Jairzinho, Tostao, Pelé y Rivelino. A Pelé, que jugó ese día su último partido en un Mundial y amasó su tercer título. A Pelé, que lo ganó todo y marcó mas de mil goles. Se lo dijo a Pelé, que hizo todo eso, pero no era zurdo.No era zurdo, como él o como Tostao. Como dos de sus rivales en aquella final, Luigi Riva y el gran Giacinto Facchetti -que con su elegancia inspiraría al diestro Beckenbauer para crear la figura del líbero moderno-. No era zurdo, como Maradona. Como Puskas. Pelé lo hacía todo bien, sentaba rivales y superaba porteros sin esfuerzo, pero no pudo evitar que Rivelino, tumbado en la piscina, le recordara que le habría gustado ser zurdo.Zurdo como Javier de Pedro, que dejó huérfana esa banda en la Real y vacía la camiseta número diez, que han vestido varios pero nadie ha llenado de significado. Hoy Prieto jugará en la izquierda. Hasta allí se trasladará con su enorme talento, el mayor de la plantilla, ése que el club va a intentar retener a toda costa. Alguien en las oficinas se tendrá que poner el diez a la espalda, imaginar que es zurdo, inventar, no conformarse con la tiranía de la ortodoxia y buscar el momento genial. Porque Prieto no es zurdo, pero seguro que le habría gustado.

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